Hace unos días que falleció mi madre, después de cuatro meses de enfermedad, de sufrimiento y de amor: de mucho amor. Mi padre, con 89 años no se separó de ella ni de noche ni de día, cuidándola con una dedicación ejemplar y encomiable. Y yo pude, gracias a Dios, pasar esos últimos días de su vida junto a ella. Tuve la suerte de acompañarla, de mimarla, de besarla, de decirle cada día lo mucho que la quería (y la quiero). Y ella me sonreía y me correspondía con sus besos y sus abrazos. No había mucho más que decir que un «te quiero mucho, mamá». Por mucho que uno lo vea venir, un hijo nunca está preparado para despedirse de su madre. «Te quiero mucho, mamá». «Y yo a ti». Esa fue la despedida.
Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Cada día fallecen miles de madres y miles de hijos sufren su pérdida. La muerte forma parte de la vida y los único cierto es que todos, tarde o temprano, acabaremos muriendo (memento mori). Todos nos acabaremos convirtiendo en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. Aunque los que tenemos fe, ponemos la esperanza de la vida eterna y Dios nunca nos abandona ni en los peores momentos. Nos consuela la fe y la esperanza de volver a compartir junto a nuestros seres queridos el banquete eterno en la mesa celestial.
Dios no nos abandona ante el sufrimiento y la cruz. Y nos envía ángeles que nos acompañan, nos consuelan… Ángeles que le daban la mano a mi madre, la acariciaban, la consolaban y trataban de aliviar su dolor físico y emocional. Ángeles que se preocupaban por mi padre y por mí… Con una compasión, un cariño y una cercanía que van mucho más allá de sus deberes profesionales.
La doctora Marta García Alfaro y la enfermera Manuela García Corraliza, el equipo de cuidados paliativos del oriente de Asturias, son esos ángeles que nos acompañaron y nos consolaron en el dolor.
Decía una canción de Presuntos Implicados:
buena gente, es lo que hace falta en el mundo
buena gente, para hacer fuerte nuestro futuro
buena gente, que quiera trabajar duro
buena gente, es lo que a mí me gusta mas
Es lo que me gusta más, no importa de dónde vienes ni a dónde vas,
Si pones todo y casi siempre hasta de más,
Es lo que me gusta más porque en la vida van de frente no traicionan
Y en sus ojos no hay mentiras ni maldades que esconder.
Nada sin Dios
¡Viva Cristo Rey!