Leo en Religión Confidencial
Este congreso ha servido como aldabonazo de estímulo a los más de 2.500 colegios de ideario católico, que escolarizan a más de 1.500.000 estudiantes en España y a los más de 36.000 profesores de Religión que atienden a más de 3.150.000 alumnos de la enseñanza pública. La conclusión final ha sido que la presencia de la Iglesia sigue siendo vital y esencial en la Educación.
El Papa también ha intervenido en este Congreso con un mensaje leído por el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella: «Hoy, la misión educativa tiene una urgencia particular, por eso he insistido en un pacto educativo global, cuya prioridad es saber poner en el centro a la persona», ha dicho el Santo Padre en su mensaje.
Escribe el Papa Francisco:
La tierra debe, en primer lugar, estar libre de discriminación con la introducción de la fraternidad, como sostengo en el documento que firmé con el Gran Imán de Al-Azhar en Abu Dhabi, el 4 de febrero. En una aldea así es más fácil encontrar la convergencia global para una educación que sabe ser portadora de una alianza entre todos los componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre generaciones; entre docentes, estudiantes, familias y sociedad civil con sus expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas, empresariales y solidarias. Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la «casa común», a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que genera paz, justicia y hospitalidad entre todos los pueblos de la familia humana y diálogo entre religiones.
Me pregunto cómo hemos podido pasar de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo a la Fraternidad Humana y al Pacto Educativo Global. Es una revolución disparatada, un cambio de paradigma ridículo, un cambio de época que rinde culto a Lucifer: significa la destrucción de la Iglesia Católica y de su Santa Doctrina, eterna y universal.
¿Cómo y por qué vamos a ser hermanos todos los seres humanos? ¿A cuento de qué? ¿Sólo por el hecho de pertenecer a la misma especie ya debemos considerarnos hermanos? En la tradición de la Iglesia, hermanos somos los bautizados porque por el bautismo nos convertimos en hombres nuevos, en hijos adoptivos de Dios en Cristo.
Pero ¿por qué voy a tener que ser hermano de un musulmán, de un hinduista o de un budista? El problema de fondo es que el Papa Francisco considera que todas las religiones son iguales, que todas son caminos de salvación, siempre y cuando seas buena persona y respetes la ley natural.
Yo soy hijo de Dios en Cristo Jesús, único Salvador y Redentor: único camino que conduce al Padre y a la bienaventurada vida eterna. No hay otro salvador que Jesucristo. Pero los modernistas gustan equiparar a Cristo con Buda o con Mahoma, como si Cristo fuera uno más entre otros muchos maestros. Pero Cristo es el único Maestro. Los Hijos de Dios y los hijos de Lucifer no somos hermanos ni podemos serlo jamás.
«La conclusión final ha sido que la presencia de la Iglesia sigue siendo vital y esencial en la Educación». Y ello lo apoyan en cifras: número de alumnos, número de colegios, etc.
La educación católica es esencial para anunciar a Cristo. La Escuela Católica es Iglesia y la misión fundamental de la Iglesia consiste en salvar almas. Ese era el fin que buscaban los grandes educadores católicos: San Juan Bautista de La Salle, San José de Calasanz, San Juan Bosco, San Felipe Neri… Todos nuestros santos querían lo mismo: educar a los niños para enseñarles el camino hacia el cielo y darles una formación que les permitiera vivir santamente es ese camino. Llevar almas al cielo. Ofrecer una vida sacramental a los niños que les permitiera vivir y crecer en gracia de Dios.
La fraternidad universal solo será real cuando todos los pueblos, todos los hombres se arrodillen ante el Santísimo y reconozcan que no hay otro Dios que la Santísima Trinidad. Lo importante no es el amor: lo importante es reconocer que no hay más Señor que Jesucristo; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Por eso hay un error de base en el planteamiento de ese Pacto Educativo Global: que pone como primera premisa la centralidad de la persona. Eso implica un antropocentrismo que relega a Dios a la nada, porque para unos Dios se llama Alá, otros siguen a Buda, otros a Brahma,… Así creen que si dejamos a un lado la fe de cada uno, seremos todos hermanos y se acabarán las guerras y las discriminaciones. Este es un planteamiento que dudo entre calificarlo de buenista, de ingenuo o de malvado.
El Pacto educativo global prescinde de Cristo. Quita a Cristo del Centro y pone a la persona, autónoma y autodeterminada. Cada uno es libre de elegir una religión u otra; o de no elegir ninguna religión en absoluto. Su planteamiento es absolutamente liberal.
La centralidad de la persona supone el cenit del liberalismo, del endiosamiento del hombre (antropocentrismo) y de la rebelión contra Dios
Los llamados católicos liberales – también conocidos como neocones – fundamentan su fe, no en la autoridad de Dios, infinitamente veraz e infalible, que se ha dignado revelarnos el camino único que nos ha de conducir a la bienaventuranza sobrenatural, sino en la libre apreciación de su juicio individual que le dicta al hombre ser mejor esta creencia que otra cualquiera; es decir, su voluntad es ley. Juzgan su inteligencia libre de creer o de no creer y juzgan asimismo libre la de todos los demás. En la incredulidad, pues, no ven un vicio, enfermedad o ceguera voluntaria del entendimiento o del corazón, sino un acto lícito de la jurisdicción interna de cada uno, tan dueño en eso de creer, como en no admitir creencia alguna.
Pero la libertad es para el bien. Somos libres para hacer la voluntad de Dios: pero no somos libres para pecar. Nadie nos ha dado licencia para rebelarnos contra el Señor. Soy realmente libre si vivo en gracia de Dios, practico la caridad y trato de cumplir y aceptar la Voluntad de Dios, aunque no me guste. Pero si no cumplo la voluntad de Dios, peco y me convierto en hijo de la ira y enemigo de Dios.
1 Pe. 2
Vosotros, como piedras vivas, sois edificados en casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo.
6 Por lo cual en la Escritura se lee: “He aquí que yo pongo en Sión una piedra angular, escogida, preciosa, y el que creyere en ella no será confundido.”
7 Para vosotros, pues, los creyentes, es honor, mas para los incrédulos esa piedra desechada por los constructores y convertida en cabeza de esquina,
8 es piedra de tropiezo y roca de escándalo. Rehusando creer, vienen a tropezar en la palabra, pues también a eso fueron destinados.
9 Pero vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
10 Vosotros, que un tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis conseguido misericordia.’
«El que crea y se bautiza se salvará pero el que no crea será condenado». Mc. 16, 16.
Neocones, oficialistas y progresistas van de la mano. Quieren hacer su voluntad: no la Voluntad de Dios. No aceptan la verdad revelada, si ellos mismos no la experimentan inductivamente. Nosotros con Pedro y bajo la autoridad de Pedro. Siempre. El que obedece no se equivoca. ¿Bendición de parejas LGTBI? Si lo dice el Papa… ¿Comunión de fornicarios, adúlteros y abominables? Lo que diga el Santo Padre.
El verdadero pacto educativo, la verdadera alianza, la firmó Cristo en la Cruz, al precio de su sacratísima sangre. Y ese sacrificio de la cruz se repite de manera incruenta en la Santa Misa. Cristo está ahí: en la Hostia Santa, consagrada de manos del sacerdote. Contemplar y adorar arrodillados a Jesús Sacramentado. Comulgar en gracia de Dios. Confesarse con frecuencia. Visitar la capilla y rezar ante el sagrario, sabiendo que Dios está ahí. Que quien nos ha dado la vida y ha creado el cielo y la tierra está ahí. Que quien gobierna el Universo con rectitud está ahí. Que Quien lo puede todo está ahí. Y nos ve, nos escucha, nos conoce por nuestro nombre y sabe cómo somos por Él mismo nos amó y nos conoció incluso antes de nacer: «Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te había elegido para que fueras un profeta para las naciones». Así nos habla el Señor a cada uno de nosotros.
No olvidemos que hemos sido creados para amar y servir a Dios nuestro Señor, amarle en el cumplimiento de sus sagrados mandamientos, guardando su doctrina y sobre todo viviendo en gracia de Dios.
Recordemos las palabras de san Pablo: la voluntad de Dios es nuestra santificación, la cual es imposible en la apostasía, en el culto o reconocimiento de doctrinas opuestas al Evangelio; procuremos pues, apartarnos del pecado, origen de todo mal.
Dice san León Magno:
«No te rindas jamás, ni cuando la fatiga se hace sentir, ni cuando tu pie tropiece, ni cuando tus ojos se quemen, ni cuando tus esfuerzos sean ignorados, ni cuando la desilusión te desmoralice, ni cuando el error te desaliente, ni cuando la traición te hiera, ni cuando el éxito te abandone, ni cuando la ingratitud te desanime, ni cuando la incomprensión te circunde, ni cuando el aburrimiento te derrumbe, ni cuando todo tenga el aire de nada, ni cuando el peso del pecado te aplaste, ni cuando… Invoca a tu Dios, cierra los puños, sonríe… y recomienza».
La Educación Católica ha de tener como Principio y Fin la Eucaristía y la Confesión. La incredulidad no es un acto lícito de tu jurisdicción interna, sino pecado mortal que te conduce al Infierno. Por eso hay que llamar a la conversión con urgencia, con apremio. Hay muchas almas en peligro de muerte eterna.
Permítanme que termine con una pequeña muestra de lo ridícula y patética que resulta la iglesia modernista.
Nada sin Dios
¡Viva Cristo Rey!