El pueblo español es sufrido. Aguanta lo que otros jamás soportarían. Pero el español furioso es muy peligroso. Se ha demostrado repetidas veces a lo largo de la Historia: desde la Reconquista contra la secta mahometana hasta la Guerra de la Independencia contra los gabachos, a los que echamos de aquí a palos. España fue la tumba de Napoleón y se tuvieron que marchar con el rabo entre las piernas. Ellos siguen orgullosos de Napoleón; nosotros, de Agustina de Aragón y de Palafox. Y luego vinieron tres guerras sangrientas entre los defensores de la Tradición, de la Religión y del único Dios verdadero, frente a los liberales enemigos de Cristo. Se perdieron las guerras carlistas, pero no se perdió la causa ni se perderá nunca.
Este pueblo español, tranquilo y bueno, amigo de la fiesta, de la familia y de los bares, puede convertirse de la noche a la mañana en una turba salvaje sedienta de sangre. Pasó en los preámbulos de la Guerra Civil: ¿cuántos conventos e iglesias quemaron los rojos antes del levantamiento? ¿Cuántos mártires asesinaron y torturaron los que ahora tratan de avasallarnos con sus leyes de memoria democrática?
Pues España puede volver a convertirse en un río de sangre (Dios no lo permita). Puede que no estemos lejos de un levantamiento popular que se lleve por delante a los políticos que están traicionando a España con tal de mantenerse en el poder. Pedro Sánchez y su partido están vendiendo España a todos los que odian a nuestra patria para mantenerse en el poder al precio que sea: amnistía para los golpistas catalanes, condonación de deuda, referendos de autodeterminación en el País Vasco y Cataluña…
¿Y piensan por un momento que los españoles vamos a permanecer cruzados de brazos mientras los traidores se reparten el botín? Ni lo sueñen. Les recuerdo que la defensa de la Patria justifica el uso de la violencia. La unidad de España ni está en venta ni lo va a estar nunca. España hará pagar a los felones su traición.
Hay media España que odia a la otra media; que odia nuestro himno, nuestra bandera, nuestra historia. Y hay otra media España que ama su patria, sus símbolos, su pasado y su fe. La media España que vota a los socialistas del traidor Pedro Sánchez, a los comunistas y a los bellacos renegados secesionistas, enemigos de España son, todos ellos, responsables del marasmo que estamos sufriendo. Son responsables de la amnistía a los golpistas catalanes, de los cambios legislativos que derogaron el delito de sedición y modificaron el de malversación para perdonar a los fementidos catalanes; son responsables de la corrupción y el desmembramiento de España.
Vamos camino de la balcanización de España. Los mismos que provocaron la Guerra Civil en 1936 están tensando la cuerda para provocar una nueva confrontación, cuando todavía no han pasado ni cien años del último conflicto civil. Han atizado el fuego con leyes sectarias de desmemoria histórica. Y ahora creen que van a ganar la guerra que perdieron en 1939. Quieren convertir a España en Cuba o en Venezuela: sin Estado de Derecho, sin alternativas políticas ni oposición. Quieren convertir a España en una dictadura comunista woke. Pero no lo van a conseguir. Porque si aquí vale todo, vale todo para todos. Así que prepárense para salir corriendo, cobardes sindiós. Porque los amigos de sus vientres, los degenerados sin principios ni moral, en cuanto le vean las orejas al lobo o los cuernos a la cabra de la legión, saldrán corriendo como almas que lleva el diablo. Sois cobardes, miserables, traidores y degenerados.
A mí, personalmente, la Constitución me importa un bledo. Las constituciones pasan, pero España permanece. España sí que me importa. Y somos muchos los que estamos dispuestos a dar la vida por Dios y por España.
Dice el Catecismo:
2263 La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. “La acción de defenderse […] puede entrañar un doble efecto: el uno es la conservación de la propia vida; el otro, la muerte del agresor” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 64, a. 7). “Nada impide que un solo acto tenga dos efectos, de los que uno sólo es querido, sin embargo el otro está más allá de la intención” (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, q. 64, a. 7).
Es nuestro deber defender la unidad y la integridad territorial de España. El Demonio incita al odio y a la división entre los españoles. Dios nos llama a la unidad y a la caridad. Y Dios siempre vence. Luchemos con las armas de la caridad y de la verdad. Y que Dios nos libre de las guerras y del hambre.
La Virgen María es nuestra defensora, nuestra protectora. Guerra contra Lucifer.
¡Viva España! ¡Viva Cristo Rey!
Nada sin Dios
¡Viva Cristo Rey!
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