Si el Infierno estuviera vacío…

Si el infierno estuviera vacío…

Significaría que todos los hombres van al cielo. O tal vez a ninguna parte: ¿tendrán razón los ateos materialistas que niegan cualquier transcendencia, cualquier más allá, y que reducen nuestro futuro después de la muerte a convertirnos en pasto de los gusanos o del fuego?

Las Sagradas Escrituras y la Tradición serían, simplemente, mentiras, cuentos para niños pequeños.

Dice Kant: ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, entonces no necesito esforzarme. Además, añadirá que para las clases dirigentes (para los tutores) es mucho más cómodo tener como súbditos a personas que no piensen, acríticas, bien domesticadas. 

Para Kant, somos mayores de edad cuando somos autónomo, tomamos decisiones por nosotros mismos, y tenemos capacidad de autodeterminación. Somos dueños y señores de nosotros mismos y no dependemos de Dios para nada. Cada hombre es un fin en sí mismo. Pero el hombre solo será mayor de edad cuando se libere de Dios y de sus mandamientos: de su ley moral universal. Exactamente lo que hizo Lucifer: “non serviam”. «No obedeceré a Dios, seré libre y no aceptaré su Ley».

De ese modo, el hombre moderno «mayor de edad” es un hijo de Lucifer: un verdadero demonio. Siempre digo que hoy en día el mundo está lleno de hijos de puta. Eso sí: hijos de puta autónomos, libertinos inmorales, indecentes y sin escrúpulos.

Pero si no hay infierno, tampoco hay demonios.

Daría igual ser justo que ser un criminal. No sé qué sería de los que tiran bolsas de plástico al mar… Tal vez, como dijo en otra ocasión el Papa, sus almas se disolverían en la nada. Fue en una entrevista con Scalfari:

«¿Existe el infierno? ¿Adónde van las ‘almas malas’?, plantea el anciano periodista. «No son castigadas. Las que se arrepienten obtienen el perdón de Dios, pero las que no se arrepienten, y por tanto no pueden ser perdonadas, desaparecen», habría respondido el Pontífice según Scalfari. «No existe un infierno, existe la desaparición de las almas pecadoras«»

Si el infierno estuviera vacío, da igual la religión que profeses o que seas ateo o agnóstico. Todos, todos, todos se salvan (menos los que desaparecen por cretinos). No solo habría salvación fuera de la Iglesia, sino que la Iglesia sería perfectamente innecesaria. Todas las religiones serían igual de verdaderas, de falsas o de absurdas.

Si todos se salvan es porque la muerte y la resurrección de Cristo abrió la puerta ancha y cerró la estrecha para entrar en el cielo. Cristo ha salvado a todos los hombres, aunque ellos no lo sepan ni lo conozcan; aunque sean corruptos, ladrones, asesinos, violadores, maltratadores, adúlteros, fornicarios o degenerados. Los sacramentos serían para los menores de edad, para los simples. Los mayores de edad no necesitan sacramentos, mandamientos ni verdad revelada alguna. Los mayores de edad pueden cambiar las escrituras, los mandamientos, la liturgia, la fe, la doctrina, la moral… Lo pueden cambiar todo porque ellos son mayores de edad y legislan lo que les da la gana, sin tener que atenerse a la tradición ni al depósito de la fe. Pueden ser creativos y cambiarlo todo: que los pecadores comulguen, que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar, que los homosexuales se casen. El único mandamiento es el amor. Si se aman, todo está permitido: vale todo. El fin amoroso lo puede justificar todo. Las situaciones personales pueden justificar el aborto, la eutanasia, la fecundación in vitro, la eugenesia y cualquier aberración que se les ocurra. Ya nada es pecado.

Sólo serían pecado la desigualdad social, el capitalismo, las fronteras, la contaminación y comer carne de vacuno, que contribuye al calentamiento global con sus pedos. Esos se disuelven fijo, fijo.

Si no existe el infierno, no habría justicia: nada sería ni bueno ni malo. Todos se salvan. ¡Viva la Pepa! ¿Para qué rezar, para qué hacer penitencia, para qué ir a misa? ¿Para qué sirve ser misionero: para hacer pozos y escuelas?

Pero no. El infierno tiene que existir, aunque sólo sea para que los que creen que no existe y desean que esté vacío, se pudran en él por toda la eternidad. Es el sitio reservado a los demonios y a sus esbirros.

Rezo para que el Papa se arrepienta de sus pecados a tiempo y se salve. Mientras hay vida hay esperanza. Pero el daño que le está haciendo a la Iglesia no tienen nombre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *