Queridos hermanos:
La Palabra de Dios siempre es actual y nos habla como si hubiera sido escrita para nosotros aquí y ahora. Veamos qué podemos aprender de San Pablo en su Primera carta a Timoteo
1 Timoteo
Capítulo 1
Os deseamos gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Lo primero que os ruego es que no sigáis doctrinas extrañas al depósito de la fe. El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera. Seguid la sana doctrina que los santos, los mártires y los doctores de la Iglesia han predicado siempre. No sigáis las falsas doctrinas de los modernistas y de los liberales, que ponen la voluntad del hombre por encima de la Santa Voluntad de Dios. En estudiad a Santo Tomás, a San Agustín, a San Bernardo…
Algunos herejes, desviados de esta línea de conducta, han venido a caer en una vana palabrería; pretenden ser maestros de la Ley sin entender lo que dicen ni lo que tan rotundamente afirman. Hoy vivimos tiempos de confusión doctrinal. Hay muchos obispos y cardenales que afirman y defienden cuestiones que contradicen abiertamente la doctrina perenne de la Iglesia: aquello que la Iglesia predicó siempre en todas partes.
San Pablo establece una distinción entre los justos, que viven en gracia de Dios y los impíos y pecadores y escribe uno de los listados de pecados mortales que también aparecen en otras cartas (Romanos, Corintios…): «la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos, adúlteros, homosexuales, traficantes de seres humanos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana doctrina según el Evangelio de la gloria de Dios bienaventurado, que se me ha confiado. Por eso es fundamental, para empezar, que viváis en santidad y acudáis a las fuentes de la gracia de Dios: a la confesión frecuente y a la comunión eucarística. Quien vive en pecado mortal es siervo de Satanás y nada bueno se puede esperar de él. Confesión, penitencia, ayuno, comunión y oración del santo rosario, como nos pidió insistentemente la Santísima Virgen María.
Es cierta y digna de ser aceptada por todos, esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo.
Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Combatid el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe.
Capítulo 2
Ante todo os recomiendo que hagáis plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno.
No todas las religiones son iguales. Sólo hay un camino de salvación, un solo Dios y un único mediador, un único Salvador y Señor, que es Cristo.
Capítulo 3
Es, pues, necesario que el obispo, el sacerdote y el seminarista sean irreprensibles, sobrios, sensatos, educados, hospitalarios, aptos para enseñar; ni bebedores ni violentos, sino moderados, enemigos de pendencias, desprendidos del dinero, y que estés siempre dispuesto a cuidar la Iglesia de Dios
Es necesario también que tengáis buena fama entre los de fuera, para que no caigáis en descrédito y en las redes del Diablo. También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios.
¡Cuántos escándalos se han destapado en la Iglesia en los últimos tiempos! ¡Cuánta suciedad, cuánta inmoralidad! ¡Qué plaga de homosexuales! ¡Cuántos han abusado de niños y jóvenes, haciendo mal uso de su autoridad! ¡Cuántos homosexuales se han dejado entrar en los seminarios, por la falta de vocaciones, saltándose a la torera las instrucciones que dejan bien claro que aquellos que tengan muy arraigada su tendencia homosexual no pueden entrar en los seminarios!
Capítulo 4
El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia. Hoy vivimos esos tiempos: muchos han apostatado. Dios ya no pinta nada en la vida pública ni en la mayoría de las vidas de nuestros contemporáneos. La mayoría vive en pecado mortal, alejados de Dios, enemigos de Cristo. Y así, vivimos en un mundo inhumano y cruel que ve normales el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual, la fecundación in vitro y toda clase de barbaridades; y hay una falsa iglesia blasfema y apóstata que da la comunión a quienes viven en pecado mortal y que bendice a las parejas homosexuales.
Rechazad las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercitaos en la piedad. Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura.
Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes.
Predicad y enseñad estas cosas y se para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe y en la pureza.
Capítulo 5
Al anciano no le reprendáis con dureza, sino exhortadles como a un padre; a los jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza.
Honrad a las viudas, a las que son verdaderamente viudas. Si una viuda tiene hijos o nietos, que aprendan éstos primero a practicar los deberes de piedad para con los de su propia familia y a corresponder a sus progenitores, porque esto es agradable a Dios.
Pero la que de verdad es viuda y ha quedado enteramente sola, tiene puesta su esperanza en el Señor y persevera en sus plegarias y oraciones noche y día.
Quiero, pues, que las jóvenes se casen, que tengan hijos y que gobiernen la propia casa y no deis al adversario ningún motivo de hablar mal; pues ya algunas se han extraviado yendo en pos de Satanás.
Si alguna creyente tiene viudas, atiéndalas ella misma y no las cargue a la Iglesia, a fin de que ésta pueda atender a las que sean verdaderamente viudas.
No admitáis ninguna acusación contra un presbítero si no viene con el testimonio de dos o tres.
A los culpables, repréndeles delante de todos, para que los demás cobren temor.
Yo os conjuro en presencia de Dios, de Cristo Jesús y de los ángeles escogidos, que observéis estas recomendaciones sin dejaros llevar de prejuicios ni favoritismos.
Y que los obispos no se precipiten en imponer a nadie las manos, no se hagan partícipes de los pecados ajenos. Conservaos puros. Los pecados de algunas personas son notorios aun antes de que sean investigados; en cambio los de otras, lo son solamente después. Del mismo modo, las obras buenas son manifiestas; y las que no lo son, no pueden quedar ocultas.
Capítulo 6
Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, está cegado por el orgullo y no sabe nada; sino que padece la enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas, discusiones sin fin propias de gentes que tienen la inteligencia corrompida, que están privados de la verdad y que piensan que la piedad es un negocio.
Mientras tengamos comida y vestido, estemos contentos con eso.
Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores.
Vosotros, en cambio, hombres de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura.
Combatid el buen combate de la fe, conquistad la vida eterna a la que habéis sido llamados.
Os recomiendo en la presencia de Dios que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio, que conservéis el mandato sin tacha ni culpa hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Manifestación que a su debido tiempo hará ostensible el Bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores, el único que posee Inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni le puede ver. A Él, el honor y el poder por siempre. Amén.
Queridos hermanos: guardad el depósito de la fe. Evitad las palabrerías profanas, y también las objeciones de los modernistas y herejes; algunos que la profesaban se han apartado de la fe. La gracia sea con vosotros.
2 Timoteo
Queridos hermanos en Cristo Jesús:
No os avergoncéis del Señor, guardad el depósito de la fe, soportad las fatigas, como buenos soldados de Cristo Jesús.
Si padecemos con Él, también con Él viviremos; si sufrimos con Él, con Él reinaremos; si le negamos, también Él nos negará; si le fuéremos infieles, Él permanecerá fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Apártaos de aquellos que, extraviándose de la verdad, predican herejías, pervirtiendo con esto la fe de muchos. Guarda el buen depósito por la virtud del Espíritu Santo, que mora en nosotros. “El Señor conoce a los que son suyos” y “Apártese de la iniquidad quien tome en sus labios el nombre del Señor”.
Habéis de saber que en los últimos días (en los que ya estamos) sobrevendrán tiempos difíciles, porque habrá hombres egoístas, avaros, altivos, orgullosos, maldicientes, rebeldes a los padres, ingratos, impíos, crueles, desleales, calumniadores, viciosos, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, traidores, obstinados en el mal, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios, que con una apariencia de piedad están en realidad lejos de ella. Guardaos de ésos. Éstos resisten a la verdad, como hombres de entendimiento corrompido, reprobados en la fe. Mas no saldrán con sus intentos, porque su insensatez es a todos manifiesta.
En cuanto a vosotros, predicad la palabra, insistid a tiempo y a destiempo, argüid, enseñad, exhortad con toda longanimidad y doctrina; pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina; antes, deseosos de novedades, se rodearán de maestros conforme a sus pasiones y apartarán los oídos de la verdad para volverlos al paganismo.
Combatid el buen combate, terminad la carrera, guardad la fe El Señor nos librará de todo mal y nos guardará para su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
El Señor sea con vuestro espíritu. La gracia sea con vosotros.
Capítulo 1
Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Señor.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo, a ejemplo de mis mayores, con pura conciencia, y sin cesar hago memoria de ti en mis oraciones noche y día, deseoso de verte, acordándome de tus lágrimas, para llenarme de gozo,
avivando el recuerdo de tu sincera fe, que fue también la de tu abuela, Loide, y la de tu madre, Eunice, y que no dudo es la tuya.
Por esto te amonesto que hagas revivir la gracia de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
Que no nos ha dado Dios espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de templanza. No te avergüences, pues, del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; antes soporta con fortaleza los trabajos por la causa del Evangelio, fiado en el poder de Dios, que nos salvó y nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino de su propósito y de la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos eternos y manifestada al presente por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que aniquiló la muerte y sacó a luz la vida y la incorrupción por medio del Evangelio, del cual yo he sido hecho heraldo, apóstol y doctor. Por esta causa sufro, pero no me avergüenzo, porque sé a quién me he confiado, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Guarda el buen depósito por la virtud del Espíritu Santo, que mora en nosotros.
Capítulo 2
Tú, pues, hijo mío, ten buen cuidado, confiado en la gracia de Cristo Jesús; y lo que de mí oíste ante muchos testigos, encomiéndalo a hombres fieles, capaces de enseñar a otros.
Soporta las fatigas, como buen soldado de Cristo Jesús.
El Señor te dará la inteligencia de todo. Acuérdate de que Jesucristo, del linaje de David, resucitó de entre los muertos, según mi evangelio, por el cual sufro hasta las cadenas como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Todo lo soporto por amor de los elegidos, para que éstos alcancen la salud en Cristo Jesús y la gloría eterna.
Verdadero es el dicho: «Si padecemos con Él, también con Él viviremos; si sufrimos con Él, con Él remaremos; si le negamos, también Él nos negará; si le fuéremos infieles, Él permanecerá fiel, que no puede negarse a sí mismo».
Evita las profanas y vanas parlerías, que fácilmente llevan a la impiedad y su palabra cunde como gangrena. Apártate de aquellos que, extraviándose de la verdad, predican herejías, pervirtiendo con esto la fe de muchos.
Pero el sólido fundamento de Dios se mantiene firme con este sello: “El Señor conoce a los que son suyos” y “Apártense de la iniquidad quien tome en sus labios el nombre del Señor”. Quien se mantenga puro de estos errores, será vaso de honor, santificado, idóneo para uso del Señor, dispuesto para toda obra buena.
Huye las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con todos los que invocan al Señor con puro corazón.
Evita también las cuestiones necias y tontas, pues siempre engendran altercados y al siervo del Señor no le conviene altercar, sino mostrarse manso con todos, pronto para enseñar, sufrido, y con mansedumbre corregir a los adversarios, por si Dios les concede el arrepentimiento, y reconocer la verdad y librarse del lazo del diablo, a cuya voluntad están sujetos.
Capítulo 3
Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles, porque habrá hombres egoístas, avaros, altivos, orgullosos, maldicientes, rebeldes a los padres, ingratos, impíos, inhumanos, desleales, calumniadores, viciosos, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, traidores, obstinados en el mal, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios, que con una apariencia de piedad están en realidad lejos de ella. Guárdate de ésos. Éstos resisten a la verdad, como hombres de entendimiento corrompido, reprobados en la fe. Mas no saldrán con sus intentos, porque su insensatez es a todos manifiesta.
Todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones.
Los hombres malos y seductores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados; pero tú permanece en lo que has aprendido y te ha sido confiado, considerando de quiénes lo aprendiste y porque desde la infancia conoces las Escrituras Sagradas, que pueden instruirte en orden a la salud por la fe en Jesucristo. Pues toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté equipado para toda obra buena.
Capítulo 4
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, por su aparición y por su reino: Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, enseña, exhorta con toda longanimidad y doctrina; pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina, antes, deseosos de novedades, se rodearán de maestros conforme a sus pasiones y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas.
Pero tú vela en todo, soporta los trabajos, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
En cuanto a mí, a punto estoy de derramarme en libación, siendo ya inminente el tiempo de mi partida. He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Ya me está preparada la corona de la justicia, que me otorgará aquel día el Señor, justo Juez, y no sólo a mí, sino a todos los que aman su venida. El Señor me librará de todo mal y me guardará para su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
El Señor sea con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.
Carta a Tito
Capítulo 1
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y al conocimiento de la verdad, que se ajusta a la piedad, en la esperanza de la vida eterna, que prometió desde los tiempos eternos el Dios que no miente y que en el tiempo prefijado manifestó su palabra por la predicación a mí confiada según el mandato de nuestro Salvador, Dios:
a Tito, hijo mío verdadero según la fe común, la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador.
Que los presbíteros y los obispos sean irreprochables. Porque es preciso que el obispo sea inculpable, como administrador de Dios; no soberbio, ni iracundo, ni dado al vino, ni pendenciero, ni codicioso de torpes ganancias, sino hospitalario, amador de los buenos, modesto, justo, santo, continente, guardador de la palabra fiel; que se ajuste a la doctrina, de suerte que pueda exhortar con doctrina sana y argüir a los contradictores. Porque hay muchos, indisciplinados, charlatanes, embaucadores, sobre todo los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca, que revuelven del todo las casas, enseñando lo que no deben, llevados del deseo de torpe ganancia.
Todo es limpio para los limpios, mas para los impuros y para los infieles nada hay puro, porque su mente y su conciencia están contaminadas. Los herejes alardean de conocer a Dios, pero con las obras le niegan, abominables, rebeldes e incapaces de toda obra buena.
Capítulo 2
En cuanto a ti, habla de modo conveniente y ajustado a la sana doctrina.
Que los ancianos sean sobrios, graves, discretos, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia.
De igual modo, que las ancianas observen un porte santo, no sean calumniadoras, ni esclavas del vino, sino buenas maestras, para que enseñen a las jóvenes a amar a sus maridos y a cuidar de sus hijos, a ser prudentes y honestas, hacendosas, bondadosas, dóciles a sus maridos, a fin de que no sea infamada la palabra de Dios.
Asimismo a los jóvenes exhórtales a ser ponderados en todo, mostrándote tú ejemplo de buenas obras, de integridad en la doctrina, de gravedad, de palabra sana e irreprensible, para que los adversarios se confundan, no teniendo nada malo que decir de nosotros.
Porque se ha manifestado la gracia salutífera de Dios a todos los hombres, enseñándonos a negar la impiedad y los deseos del mundo, para que vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo, aguardando la bienaventurada esperanza y la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Cristo Jesús, que se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y adquirirse un pueblo propio, celador de obras buenas.
He aquí lo que has de decir, exhortando y reprimiendo con todo imperio. Que nadie te desprecie.
Capítulo 3
Amonéstales para que vivan sumisos a los príncipes y a las autoridades; que las obedezcan, que estén prontos para toda obra buena; que a nadie infamen, que no sean pendencieros; que sean afables y muestren para con todos los hombres una perfecta mansedumbre. Pues nosotros fuimos también alguna vez necios, desobedientes, extraviados, esclavos de toda suerte de concupiscencias y placeres, viviendo en la maldad y en la envidia, dignos de odio, y aborreciéndonos unos a otros; mas cuando apareció la bondad y el amor hacia los hombres de Dios, nuestro Salvador, no por las obras justas que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, nos salvó mediante el baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo, que abundantemente derramó sobre nosotros por Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos herederos, según nuestra esperanza, de la vida eterna.
En cambio, evita las cuestiones necias, las genealogías, las contiendas y debates sobre la Ley, porque son inútiles y vanas. Al sectario, después de una y otra amonestación, evítale, considerando que está pervertido; peca y por sí mismo se condena.
Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros.
Nada sin Dios
¡Viva Cristo Rey!