¿Qué hacer? El Tiempo se Acaba

He leído en el blog de Aldo Maria Valli un par de entradas firmadas por Fabio Battston que me llamaron la atención. Les pongo los enlaces y les hago un resumen del contenido de estos artículos

13 de enero

Fabio Battiston. Carta / ¿Ha llegado el momento? Por eso estoy pensando en excomulgarme. Guardado en: Blog de Aldo María Valli, Duc in altum. 13 de enero de 2024.

En esa entrada del Blog de Valli, Fabio Battiston afirma, con más razón que un santo:

 «Aquí están en juego dos mil años de Tradición, Escritura y Magisterio que quieren ser aniquilados, destruidos, desintegrados. Aquí está en juego la Palabra de Dios, ¡todo lo demás es tontería!».

«En definitiva, el panorama es muy oscuro, casi fúnebre, quizá irreversible. Todo esto me empuja progresivamente hacia una decisión que le comenté en privado hace unos días a Aldo María Valli. Me refiero a un acto público, realizado ante uno o más sacerdotes o un obispo, con el que desconozco abiertamente a Jorge Bergoglio como Papa y al mismo tiempo demuestro mi total negativa – como creyente – a aceptar obedientemente cualquiera de sus actos. , declaraciones o documentos , incluso si se tratara del contenido de un discurso ex cátedra . ¿El objetivo? La de obtener automáticamente la excomunión de esta congregación de herejes criminales».

«No soy teólogo, ni experto en cuestiones jurídico-canónicas. Soy un católico, apostólico, romano sencillo y pecador. Ni siquiera sé si esta es la forma «técnicamente correcta» de lograr mi objetivo. Sin embargo, ya sé que muchos, incluidos sacerdotes y laicos, sonreirán irónicamente al comentar esta posibilidad (que hoy es para mí mucho más que una hipótesis); lo considerarán ingenuo, infantil y contradictorio, casi un oxímoron. Algunos, tal vez, lleguen a considerarlo como la elección de un loco (cuántos «locos» poblaban los gulags de Stalin). En lo que a mí respecta, no veo soluciones más efectivas y radicales, porque es la radicalidad lo que necesitamos desesperadamente hoyPorque después de Bergoglio vendrán otros, aún más crueles y satánicos que él, y las filas de sacerdotes y laicos al servicio de esta nueva y monstruosa doctrina laica, relativista y neopagana aumentarán enormemente. Y, mientras tanto, nuestra vida terrenal terminará; No quiero que esto termine con su «bendición» paterna».

Y concluye que «cada vez estoy más convencido de que el camino hacia una posibilidad concreta de Salvación es el que pasa por un lugar llamado ¡excomunión!».

21 de enero

Fabio Battiston. ¿Qué hacer? / “El tiempo se acaba. Y seremos llamados a tomar decisiones definitivas». Guardado en: Blog de Aldo María Valli, Duc in altum. 21 de enero de 2024.

El pasado 13 de enero apareció en Duc in altum una colaboración mía en la que propuse (especialmente a mí mismo) una posible salida a esta mala situación en la que se encuentra la Iglesia militante y en la que, como católicos, parecemos condenados a tener que vivir juntos hasta el final de nuestros días. La síntesis del tema se confió a un solo concepto/objetivo: encontrar el camino de la Salvación intentando, en ciencia y en conciencia, obtener la excomunión de quienes tomaron posesión de la Barca de Pedro.

Creo que no hay nada de escandaloso en pensar que, si las cosas siguen a este ritmo, la posibilidad de hacerse excomulgar podría convertirse en una posibilidad real. ¿De quién querría ser excomulgado? De un Papa neopagano y de un prefecto del Dicasterio para la doctrina de la fe autor reconocido del panfleto sexy-teológico y otras atrocidades.

Si la excomunión que busco me llega de un Papa impostor, todavía servirá para aclarar mi total rechazo y abandono de una Iglesia terrenal ahora ocupada y dominada por el diablo y de la cual Jorge Bergoglio es el guardián temporal, a la espera en el futuro de sucesores aún más crueles. Si, por el contrario, Bergoglio es un verdadero Papa y, en consecuencia, actúa, piensa, evangeliza, celebra y escribe bajo la acción directa del Espíritu Santo, esto significa que todo lo que hemos sido testigos directos desde hace varios años está en total armonía con la Tradición, la Escritura y el Magisterio. Significa que la Iglesia de Francisco representa en redondo ese Cuerpo místico, del cual Nuestro Señor Jesucristo es cabeza, y del cual nosotros somos miembros. Significa, por ejemplo, que es correcto haber llevado en procesión un ídolo pagano en una iglesia consagrada, que los pecados más graves sólo lo son si se cometen contra la naturaleza y el medio ambiente o, finalmente, que es necesario aislar y condenar a todo aquel que quiera celebrar la tradicional liturgia católica, prohibiendo sus ritos en todo el mundo. Si esta fuera la realidad (lo que voy a decir seguramente pondrá los pelos de punta a muchos lectores), entonces la excomunión que solicito sería aún más bienvenida. De hecho, nunca quisiera pertenecer a una religión así. 

Vivir en comunión con esta Iglesia temporal coincide cada vez más con ser cómplices de ella.

No quiero dejar solo a Cristo en estas circunstancias, no tengo intención de negarlo, sino más bien de sostenerlo y defenderlo permaneciendo anclado a ese Cuerpo Místico del que Cristo es Cabeza. Lo que deseo con todo mi corazón, como pecador empedernido pero esperanzado en la redención y el perdón, es luchar para ahuyentar a los traidores. Y esto no lo puedo hacer siguiendo en comunión con hermanos renegados que, eso sí, han dejado sólo a Cristo desde los más altos puestos. Y no es sólo abandono; están abrazando conscientemente la causa y los objetivos de ese mundo secular que desde hace dos mil años, y desde hace tres siglos en particular, intenta hacer desaparecer de la faz de la tierra al Dios trinitario.

Aquellos contra quienes luchamos y hacia quienes, al menos en lo que a mí respecta, no quiero que haya la más mínima sospecha de comunión y, por tanto, de complicidad, son algo muy diferente y mucho más monstruoso que cualquier pecador, incluso en pecado mortal. Son los ejecutores directos de un proyecto concreto cuyo principal no es de este mundo.

Dios nunca nos pediría que amáramos al Diablo, sino que lucháramos contra él por cualquier medio. Sólo estoy tratando de encontrar el más adecuado y eficaz para lograr el objetivo. En mi caso, se llama enfrentar el mal cuando éste no se presenta en las formas seculares que caracterizan el pecado humano, sino cuando, como en la situación actual, se manifiesta como un ataque directo a la fe de la Iglesia y a su Tradición, Escritura y Magisterio; además provienen del interior de la institución. Un ataque que sólo la presencia viva del Maligno en los más altos asientos de la Iglesia podría planear y ejecutar

Y concluye el autor:

Aunque todavía no he tenido una excomunión, aunque no he pedido unirme a ningún grupo cismático, mi separación de esta Iglesia católica temporal es ahora un hecho. Desde hace algún tiempo ya no entro en «sus» templos, no participo en «sus» misas y liturgias, no pido ayuda y consuelo a «sus» sacerdotes, no me comparo con «sus» laicos aduladores, no busco ni quiero su bendición cada día. Si Dios me da fuerzas, los insultaré y lucharé contra ellos, tratando de convencer a mi prójimo de que los abandone.

RESUMO

1. La Iglesia actual está ocupada y dominada por el Demonio en sus más altas jerarquías.

2- Aquí están en juego dos mil años de Tradición, Escritura y Magisterio que quieren ser aniquilados, destruidos, desintegrados. Aquí está en juego la Palabra de Dios, ¡todo lo demás es tontería!

2- Necesitamos desesperadamente radicalidad, poque después de Bergoglio pueden venir otros Papas más satánicos que él.

3- No quiero dejar solo a Cristo en estas circunstancias, no tengo intención de negarlo, sino más bien de sostenerlo y defenderlo permaneciendo anclado a ese Cuerpo Místico del que Cristo es Cabeza. Lo que deseo con todo mi corazón, como pecador empedernido pero esperanzado en la redención y el perdón, es luchar para ahuyentar a los traidores. Y esto no lo puedo hacer siguiendo en comunión con hermanos renegados que, esos sí, han abandonado a Cristo desde los más altos puestos

4- Luchamos contra los siervos del Maligno y con ellos no podemos estar de ningún modo en comunión. Dios quiere que luchemos contra Satanás y contra aquellos que le sirven.

5- La solución de Battiston consiste en forzar su excomunión. De hecho dice que ya no entra en sus templos ni participa en sus liturgias

Pero eso se contradice con el deseo de no dejar solo a Cristo en las actuales circunstancias. No se puede defender y sostener a Cristo mientras te apartas de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia.

Consideraciones personales

En efecto, hay un cisma de hecho dentro de la Iglesia. O lo que es lo mismo, no hay comunión verdadera, ni puede haberla, entre los modernistas liberales y los católicos tradicionales. No tenemos la misma fe. En medio de la Iglesia ha aparecido la Sinagoga de Satanás y ha crecido como la cizaña entre el trigo. Esta sinagoga de Satanás, Anti-Iglesia o religión del Anticristo trabaja incansablemente para destruir la Santa Iglesia Católica desde dentro de sí misma.

Es una religión que adora al hombre: a la persona libre, autodeterminada y autónoma, independiente de Dios. Así que el primer mandamiento que dinamita Lucifer es el Primero: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Dios ya no es el Creador y Señor, sino que el Hombre se crea a sí mismo y es soberano de su propia vida. El antropocentrismo se vuelve antropolatría; y la antropolatría, culto al Demonio: no serviré a Dios. No le obedeceré.

Y a partir de ahí, se dinamita el edificio de la moral católica:

No hay que santificar las fiestas ni honrar a los padres; todo el mundo roba, la corrupción se generaliza; se sacrifican inocentes no nacidos en los abortorios y en los hospitales y clínicas se aplica la eutanasia para matar a viejos y dependientes. La fornicación se enseña en las escuelas y se promueve en los medios de comunicación. La pornografía destruye la inocencia de los niños y las almas de los adultos. La mentira se ha normalizado y el imperio de la voluntad humana crea relatos delirantes para convencer a los incautos de que lo malo es bueno y lo bueno, malo. Envidias, adulterios, bendiciones a parejas LGTBI… Violaciones individuales y en grupos, abusos a niños, trata de mujeres y de niños para dedicarlos a la prostitución o al tráfico de órganos…

La Sinagoga de Satanás bendice a los homosexuales, da la comunión a los que viven en pecado mortal, promueven los ministros o ministras de la eucaristía para desacralizar la comunión; pretenden que todos puedan comulgar, sean de la religión que sean… Quieren que todas las religiones sean iguales; y, según estos impíos, todas conducen a la salvación. Todo el mundo va al cielo y el Infierno estará seguramente vacío, según el Papa. Por eso no hay que hacer proselitismo: no hace falta ser católico ni estar bautizado para salvarse. Si eres musulmán, sé un buen musulmán; si eres budista, sé un buen budista; y así sucesivamente. La muerte y la resurrección del Señor firma una nueva alianza con su sangre: «sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos para el perdón de los pecados». Así se rezaba en la consagración en España hasta hace poco tiempo. Cristo perdonaría los pecados de todos, así que gracias a Él, todo el mundo va al cielo, porque todos los pecados estarían perdonados. Normal que el Infierno esté vacío.

La Sinagoga de Satanás quiere la perdición de las almas. Cuantas más se pierdan, mejor. No se atreven a decir que el dogma que enseña que no hay salvación fuera de la Iglesia ya no vale, pero lo interpretan de tal manera, que acaban diciendo todo lo contrario. La diversidad de religiones, no lo olvidemos, ha dicho el Papa que forma parte de la voluntad de Dios. Ya no hace falta necesariamente el bautismo ni los sacramentos. El proselitismo es poco menos que un pecado imperdonable.

Aquí están en juego dos mil años de Tradición, Escritura y Magisterio que quieren ser aniquilados, destruidos, desintegrados. Aquí está en juego la Palabra de Dios, ¡todo lo demás es tontería! Hemos de luchar contra los siervos del Maligno, contra los traidores que con un beso, venden al Señor por unas monedas para congraciarse con los poderosos de este mundo. Con la Sinagoga de Satanás no podemos estar en comunión de ninguna manera. Nosotros hemos de mantenernos firmes, agarrados a la cruz.

Con los hijos de Satanás, con los renegados y soberbios que se levantan contra Dios, no puede haber comunión que valga. Pero marcharte tú de la Iglesia o provocar una excomunión no me parece el camino correcto.

El camino es Cristo: es seguir siendo testigos de la verdad, defensores del Depósito de la Fe, fieles al Señor y devotos de María. Y confesión y comunión frecuentes. Y cada uno tendrá que buscar en su entorno la Parroquia o el templo donde no haya herejes ni sinvergüenzas y donde uno pueda vivir su fe con cierta tranquilidad. Y a los mastuerzos modernistas, leña al mono que es de goma. Guerra por tierra, mar y agua. Con el demonio no hay que tener respetos ni compasión ni diálogos inútiles.

Y si los siervos de Lucifer nos excomulgan por ser fieles a Cristo, pues ¡qué le vamos a hacer! Muchos santos fueron excomulgados o quemados en la hoguera y luego llegaron a los altares… Pero una cosa es que nos excomulguen y otra provocar tú solito la excomunión. Esto no. Pasa como con el martirio: si no hay más remedio que aceptarlo y asumirlo, se asume; pero no puedes ir por vida en plan suicida o kamikaze buscando el martirio a toda costa. Eso no lo quiere Dios.

Así que sean astutos como las serpientes, pero sencillos como las palomas. Cuídense de la gente porque los entregarán a las autoridades, los llevarán para juzgarlos y los azotarán en las sinagogas. Mt. 10.

EFESIOS 6:11-18
Utilicen todas las armas que Dios les proporciona, y así harán frente con éxito a las estratagemas del diablo. Porque no estamos luchando contra enemigos de carne y hueso, sino contra las potencias invisibles que dominan en este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal habitantes de un mundo supraterreno. Por eso es preciso que empuñen las armas que Dios les proporciona, a fin de que puedan mantenerse firmes en el momento crítico y superar todas las dificultades sin ceder un palmo de terreno. Estén, pues, listos para el combate: ceñida con la verdad la cintura, protegido el pecho con la coraza de la rectitud y calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz. Tengan siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno. Como casco, usen el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios. Y todo esto háganlo orando y suplicando sin cesar bajo la guía del Espíritu; renuncien incluso al sueño, si es preciso, y oren con insistencia por todos los creyentes.

Se encuentra poca gente en disposición de obedecer la voluntad de Dios y que haya renunciado a su voluntad hasta tal punto que su mismo corazón no les pertenezca más. Se encuentra poca gente que a cada instante busque lo que Dios quiere y no lo que ellos quieren. No se trata de preguntarse qué hacer, sino de preguntarle al Señor: «¿qué quieres que haga?»

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