Unidad, unidad, unidad

Antes era «todos, todos, todos». Pero no se puede contentar a todo el mundo. No hay dialéctica posible entre la Verdad y el error, entre la herejía y el depósito de la fe y el sensus fidelium; es decir, lo que los católicos han entendido del mismo modo, siempre y en todo lugar, a través de los milenios y en el seno de la Iglesia, porque fuera de Ella no se puede entender nada suficiente ni rectamente lo referido a la Verdad…Fuera de ella no hay salvación. Porque «quien crea y se bautice, se salvará. Pero quien no crea será condenado» (Mc. 16, 16). Hegel se puede ir a paseo y los que buscan consensos y transaccionales, se pueden ir con él a la mismísima mierda.

La única unidad entre los católicos se alcanzará cuando todos recemos el mismo credo con el mismo sentido, todos tratemos de cumplir los mandamientos con el auxilio de la gracia y vivamos los sacramentos como fuentes de la gracia de Dios que nos dan fuerza en el camino hacia el cielo, nuestra verdadera patria. Los dogmas no se pueden cambiar ni eliminar ni se les puede dar otro sentido que el que siempre tuvieron. Una cosa es profundizar en los dogmas y otra muy distinta es la hermenéutica de la ruptura, en la que, cuando dije digo ahora digo Diego.

León XIV no tiene mala pinta pero como trate de contentar a todos, su pontificado será estéril y la brecha dentro de la Iglesia se hará más profunda aun.

Leo en Infovaticana que «el Papa León XIV ha declarado que el alma del Papa Francisco está en el Cielo. Más recientemente, el Papa León afirmó esto a través de una publicación oficial de Pontifex en la red social X, en la que se indicó que Francisco había “regresado a la casa del Padre. Nos acompaña y reza por la Iglesia desde el Cielo». ¿Es ya santo el Papa Francisco?

Vamos a ver… El Papa Francisco cometió durante su pontificado una herejía tras otra, y jamás dio marcha atrás ni se retractó de una sola de sus herejías. Primero fue Amoris Laeticia que abrió las puertas a que los divorciados vueltos a casar pudieran comulgar, como si un adúltero pudiera estar en gracia de Dios. Luego vino la idolatría de entronizar en la Basílica de San Pedro a la Pachamama, a la que se adoró, ante la perplejidad de todos los fieles, en los jardines vaticanos. Más tarde firmó el tristemente famoso Documento de Abu Dabi, en el que se afirmaba que la diversidad de religiones formaba parte de la voluntad de Dios. Es más, al poco tiempo, se atrevió a decir públicamente que las religiones son distintos caminos, distintas lenguas, para llegar a Dios. De ahí su obsesión con prohibir el proselitismo: si todas las religiones valen para alcanzar el cielo, ¿para qué convertirse? Lo que tienen que hacer es que un musulmán sea un buen musulmán; un budista, buen budista y así sucesivamente. La misión ad gentes ya no tiene sentido. Las religiones son «distintos lenguajes» para llegar a Dios ya que «Dios es Dios y es Dios para todos y todos somos hijos de Dios».

Hay una cita de San Basilio que resume a la perfección lo ocurrido en el pontificado de Francisco:

«Las doctrinas de la verdadera religión están derrocadas. Las leyes de la Iglesia están en confusión. La ambición de hombres que no temen a Dios se apresura a ocupar altos cargos en la Iglesia, y el cargo elevado ahora es conocido públicamente como el premio de la impiedad. El resultado es que cuanto más blasfema un hombre, más apto lo considera la gente para ser obispo. La dignidad clerical es cosa del pasado. Hay una completa falta de hombres que pastoreen el rebaño del Señor con conocimiento. Los eclesiásticos en autoridad tienen miedo de hablar, ya que aquellos que han alcanzado el poder por interés humano son esclavos de aquellos a quienes deben su avanceLa fe es incierta; las almas están empapadas en la ignorancia porque los adulteradores de la palabra imitan la verdad. Las bocas de los verdaderos creyentes están mudas, mientras que cada lengua blasfema ondea libremente; las cosas sagradas son pisoteadas. (Ep. 92).

Los que no temen a Dios fueron promocionados a los más altos cargos de la Iglesia y los que ocupan cargos elevados parecen recibirlos como premio a su impiedad. Los buenos obispos fueron condenados y apartados, mientras que los blasfemos y los herejes fueron promocionados.

Y yo, pobre y miserable pecador, viviendo, parezco morir en mi dolor, viendo a Dios tan agraviado

Un Papa no se puede permitir hacer afirmaciones que automáticamente canonizan a su predecesor. Francisco ha regresado a la casa del Padre. ¿Regresado? ¿Es que ya ha estado allí y ahora vuelve? Esto no es católico. Suena más bien a Platón y su mundo de las ideas. Según el filósofo griego, las almas preexistían en al mundo de las ideas antes de encarnarse en una persona. Y cuando esa persona moría, efectivamente, su alma volvía al mundo de las ideas. Por eso nuestra alma nunca está contenta mientras vive en este mundo, porque ya conoce el mundo de las ideas, donde todo es perfecto, mientras que en este mundo nuestro, todo es imperfecto y contingente.

El Papa Francisco fue durante su vida mortal un hereje de tomo y lomo. Y negarlo es tratar de tapar el sol con un dedo. Me importa un bledo la opinión de la revista Hola, de los sectarios de TVE o los de la COPE. Lo diga Agamenón o su porquero, el Papa Francisco pecó gravemente de herejía. Y a nosotros solo nos queda rezar para que el Señor no lo mande directamente al infierno.

Es más… el Papa Francisco y su discurso buenista sobre la fraternidad universal apesta a masonería: Esa fraternidad entre los pueblos por encima de razas, naciones y creencias religiosas, el pacifismo a ultranza, la universalidad y defensa de los derechos del hombre, del ciudadano y de los pueblos; la igualdad social y defensa del oprimido, perseguido y encarcelado; la libertad, base indispensable de la convivencia fraternal; la justicia sin paliativos; la formación integral del hombre; y finalmente el antibelicismo que permita llegar a través del desarme y el arbitraje internacional a esa Paz ¿Acaso no es lo mismo lo que predican Francisco y la masonería? El verdadero masón no está atado a ningún credo. Se da cuenta, con la iluminación divina de su logia, que como masón su religión debe ser universal: Cristo, Buda o Mahoma, el nombre significa poco, porque él sólo reconoce la luz y no al portador.  No hay exclusividad en Jesucristo ni en el Dios Trino que es el Padre, el Hijo y el Espíritu SantoA Jesús se le iguala a personas en las religiones paganas: «Los hindúes lo llamaban Krishna; los chinos, Kioun-tse; los persas, Sosiosch; los caldeos, Dhouvanai; los egipcios, Horus; Platón, Amor; los escandinavos, Balder; los cristianos, Jesús; los masones, Hiram.

La visión masónica del Gran Arquitecto del Universo es irreconciliable con la persona divina de la revelación cristianaAsí, para la Masonería, Jesús no es Dios, sino más bien un personaje más de la larga historia de los iniciados que trazaron el camino que la humanidad debe seguir para alcanzar su progresiva emancipación y encontrar su dignidadRama, Zaratustra, Krishna, Buda, Hermes, Orfeo, Pitágoras, Platón, Lao Tse, Confucio, Moisés, Jesús, Mahoma dieron su palabra al mundo tomándola de las enseñanzas iniciáticas de los más remotos misterios.

Recemos por el Papa Francisco y por León XIV. El actual pontífice necesita de nuestras oraciones para que el centro de nuestra vida y de la vida de la Iglesia sea Cristo y para que el único objetivo de la Iglesia Católica sea, nada más y nada menos, que la salvación de las almas.

Solo hay un Señor, una fe y un bautismo. Solo hay un Dios, que es el Padre de todos, gobierna sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. (Efesios 4, 5-6).

La causa suprema de las calamidades que vemos abrumar y afligir al género humano, este cúmulo de males que ha invadido la tierra, se debe a que la mayoría de los hombres se han alejado de Jesucristo y de su ley santísima, tanto en su vida y costumbres, como en la familia y en la gobernación del Estado. Y nunca resplandecería una esperanza cierta de paz verdadera entre los pueblos mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador porque estoy convencido de que no hay medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz que procurar la restauración del reinado de Jesucristo.

Conversión y penitencia. Cuando todos o la mayoría de las personas vivan en gracia de Dios, el mundo será muy distinto. Pero un mundo que vive al margen de Dios, como si Dios no existiera; un mundo en el que la mayoría de las personas viven en pecado mortal… solo se puede parecer al infierno.

Unidad, unidad, unidad. Unidad en Cristo Jesús y para ello: conversión, conversión y conversión. Acudamos al confesionario, asistamos a la Santa Misa y comulguemos en gracia de Dios. Entonces todo lo veremos con los ojos de Dios y nuestra vida cambiará.

Por cierto, ¿qué va a pasar con la misa tradicional? ¿Va a seguir prohibida? Ahí tenemos un indicador crucial del nuevo pontificado.

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