El Agrifolio
La palabra agrifolio procede del latín agrifolĭum y aquifolĭum, de acus, aguja, y folĭum, hoja. En inglés se denomina holly, es decir, «sagrado». El agrifolio es conocido en español como «acebo».
El acebo
Cuando en invierno la mayor parte de las especies vegetales mantienen una baja intensidad en su coloración, el acebo destaca por su frescura, colorido y valor ornamental. Sus hojas perennes y lustrosas, de un verde intenso, están rematadas por fuertes espinas. Los frutos son unas bayas de color rojo, muy vivo y brillante. Una golosina para los pajaritos, pero veneno para las personas.
Crece el acebo por el paisaje asturiano, busca la humedad y temperatura del sotobosque. Aguanta bien los embates climáticos y mientras a su alrededor se aletargan los demás vegetales, este arbusto silvestre crece lucido y fresco, haciendo gala de una gran fortaleza. Su madera es muy dura; las hojas con agresivas espinas lo defienden de depredadores…Puede durar hasta trescientos años.
La capacidad del acebo de mantenerse vigoroso a pesar del frío, la lluvia y la nieve, junto a la magnífica combinación de colores rojo y verde, ha hecho que el ser humano considere a esta especie como un símbolo de fortaleza y eternidad desde tiempos remotos.
El acebo fue un árbol sagrado para los Antiguos Celtas que lo tenían presente en las celebraciones del Solsticio de Invierno. En la cultura romana era la planta del dios Saturno, cuya festividad del Sol Invictus tenía lugar el 25 de diciembre.
El acebo siempre fue considerado una planta mágica. Plinio el Viejo ya aconsejaba en el año 100 a.C. plantar el acebo cerca de la entrada de la casa para proteger el hogar de la perfidia y de los demonios. Se creía que las hojas puntiagudas del acebo podían alejar a los espíritus malignos.
El Ilex Aquifolium es un superviviente. Su entereza es todo un símbolo de fortaleza ante circunstancias adversas. Y como de la Naturaleza siempre aprendemos alguna lección, tomamos nota de su capacidad de resistencia pues nosotros también la necesitaremos en estos momentos para afrontar la devastadora crisis que padecemos en la Iglesia. Juntos resistiremos.
L’Acebal
Uno de los primeros recuerdos de mi infancia fue subir al monte de l’Acebal a coger un árbol para decorar la casa por navidad. En mi aldea era el acebo – y no el abeto – el árbol de navidad por excelencia. Eso fue antes de que estuviera más protegido el acebo en el monte que el feto en el vientre de su madre. Ahora, Dios te libre de cortar un acebo…
El acebo representa a Cristo: sus hojas verdes y espinosas simbolizan la esperanza de la vida eterna a pesar del sufrimiento de la pasión, representada por las púas de las hojas que recuerdan a las de la corona de espinas y el color rojo de las vallas evocan la sangre del Señor; mientras las flores blancas representan la pureza de María.
En medio del invierno de la Iglesia, el acebo representa la fortaleza, la eternidad, la dureza, la capacidad de resistencia. El acebo significa la Santa Tradición perenne, simboliza a Cristo mismo.
Este va a ser un blog duro, punzante y enemigo de herejes y de espíritus malignos. Serán páginas agrias en ocasione. Pueden llegar a ser textos venenosos para los impíos, como los frutos del acebo. Pero me propongo ser siempre fiel a Cristo, a la Iglesia y a la Tradición, apegado al mandamiento de la caridad. Me dispongo a defender las verdades perennes de la fe católica – el depósito de la fe – contra los ataques del Modernismo.
Que la Purísima interceda por mí ante su Hijo y me ampare ahora y en la hora de la muerte.
Jaime Pío Obaya de la Cruz, Conde del Acebal
Nada sin Dios
¡Viva Cristo Rey!
Preciosa explicación. Parece que va a ser un interesante blog. Voy a mirar con ojos nuevos el acebo que cultivo en mi jardín desde hace varios años,