En el nombre de Dios, Uno y Trino

Estamos en cuaresma. Y no hay mejor momento para llamar a la conversión. Empezando por la propia. Pero hay pecado que claman al cielo y que exigen un cambio radical ya.

«Yo, el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto» (Ex 20, 2-5).

«Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a El darás culto» (Mt 4, 10).

¿Quién no ve y siente claramente que la sociedad humana, libre de los vínculos de la religión y de la verdadera justicia, no puede proponerse otro objeto que adquirir y acumular riquezas, ni seguir en sus acciones otra ley que el indómito apetito de servir a sus propios placeres y comodidades?

El Indiferentismo

El concepto de “indiferentismo” es religioso y se refiere a la convicción de que, partiendo de la incuestionable existencia de Dios, sería indiferente adscribirse a un credo determinado. «Indiferentismo» es la creencia en que no hay una religión o filosofía superior a otra, por lo tanto cada persona es libre para elegir y practicar la que crea. El indiferentismo es uno de los pilares del principio masónico de ser hombres libres. La masonería es la religión de Lucifer: non serviam. Esto es, no obedeceré a Dios ni a su Ley Sagrada. Y de aquí vienen conceptos como el de librepensador o el de la rebelión satánica contra Dios que subyace en buena parte de los textos literarios de Romanticismo. Lo que un masón o un liberal no pueden admitir ni tolerar de ninguna manera es que la Iglesia Católica se proclame como la única verdadera y depositaria de la Verdad Revelada. Los masones y los liberales no admiten verdades absolutas, no admiten dogmas ni ninguna clase de sujeción a un Dios, y menos aún a un Dios personal. No pueden admitir que Jesucristo es el único Dios verdadero, obviamente. El revolucionario liberal de inspiración masónica ha de profesar un relativismo moral absoluto y el indiferentismo religioso y jamás admitirá la obediencia a un Dios por encima del propio hombre. La Masonería rechaza todo dogma, defiende el relativismo moral y coloca a todas las religiones en un mismo plano.

El Indiferentismo, en definitiva, es aquella perversa teoría extendida por todas partes, gracias a los engaños de los impíos, que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. Pero si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, has de entender que, según la sentencia del Salvador, ellos están contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha.

El Papa Francisco y el Documento de Abu Dabi sobre la fraternidad humana

«La libertad es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente. Por esto se condena el hecho de que se obligue a la gente a adherir a una religión o cultura determinada, como también de que se imponga un estilo de civilización que los demás no aceptan».

Obviamente, el concepto de libertas por el que aboga el Santo Padre es el concepto liberal masónico. El derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente manan, según dice el Papa, de la Sabiduría de Dios. Por lo tanto, Dios bendice la Verdad y bendice el error al mismo tiempo. En realidad todas las religiones son igual de buenas o igual de falsas. Así pues, hacer proselitismo resulta, efectivamente, intolerable y absurdo. «Si eres católico, sé un buen católico; si eres musulmán, sé un buen musulmán; si eres budista, sé un buen budista. Y así ad infinitum (o ad nauseam).

Pero Dios no puede bendecir el error ni el pecado. Sólo hay un Dios verdadero: SOLO UNO. Y sólo hay un Salvador: Nuestro Señor Jesucristo. «Sólo al Señor tu Dios adorarás, y solamente a Él obedecerás».

Después de la Declaración de Abu Dabi, se han sucedido los exabruptos, las blasfemias y las salidas de tono por parte de otros jerarcas de la Iglesia. Vean las lindezas que dice el cardenal chow:

Según reportan los medios vaticanos, el propósito de la conferencia, explica Chow, es «demostrar cómo las religiones pueden unirse para convertirse en socios constructivos en la construcción de nuestra sociedad». «La visión de la religión taoísta -señala el cardenal- es promover un movimiento del mundo hacia la paz y la unidad, en el que la humanidad y el Camino -diríamos el Logos- estén conectados. La esperanza es que el reconocimiento de este espíritu de servicio compartido ayude a que «el valor y el significado de la religión sean mejor apreciados en China».

Para el obispo jesuita de Hong Kong, el cristianismo y el taoísmo «comparten los valores de la misericordia, la sencillez y la no búsqueda de resultados mundanos». El purpurado chino subrayó la importancia de la apertura a otras culturas y religiones, señalando que «nuestra Iglesia católica acepta que también ellas están bendecidas -aunque en diversos grados- por la revelación divina para la comprensión de la vida y el espíritu de la vida».

Tomado de InfoVaticana

Por su parte, la Diócesis de Bérgamo insta a sus fieles católicos y a los sacerdotes a explorar oportunidades para el diálogo interreligioso durante lo que llaman el «mes sagrado» del Ramadán, haciendo hincapié en la importancia de unirse a las prácticas de oración y las comidas de Iftar con los musulmanes.

Y la Diócesis de Almería, siempre en la vanguardia de la memez, ha publicado un calendario donde recoge las celebraciones más importantes de los ortodoxos, musulmanes, budistas, judíos y protestantes equiparándolas a las festividades católicas.

Declaración de las verdades relacionadas con algunos de los errores más comunes en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo

El 31 de mayo de 2019, el Cardenal Raymond Leo Burke, Patrono de la Soberana y Militar Orden de Malta; el cardenal Janis Pujats, Arzobispo emérito de Riga; Tomash Peta, Arzobispo de la arquidiócesis de María Santísima en Astana;Jan Pawel Lenga, Arzobispo-Obispo emérito de Karaganda y Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la arquidiócesis de María Santísima en Astana firmaron una declaración, que entre otras muchas cosas, afirma:

  1. Después de la institución de la Nueva y Eterna Alianza en Cristo Jesús, nadie puede salvarse obedeciendo solamente la ley de Moisés, sin fe en Cristo como Dios verdadero y único Salvador de la humanidad (cf. Rm 3,28; Gal 2,16).
  2. Ni los musulmanes ni otros que no tengan fe en Jesucristo, Dios y hombre, aunque sean monoteístas, pueden rendir a Dios el mismo culto de adoración que los cristianos; es decir, adoración sobrenatural en Espíritu y en Verdad (cf. Jn 4,24; Ef 2,8) por parte de quienes han recibido Espíritu de filiación (cf. Rm 8,15).
  3. Las religiones y formas de espiritualidad que promueven alguna forma de idolatría o panteísmo no pueden considerarse semillas ni frutos del Verbo puesto que son imposturas que impiden la evangelización y la eterna salvación de sus seguidores, como enseñan las Sagradas Escrituras: «El dios de este siglo ha cegado los entendimientos a fin de que no resplandezca para ellos la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios» (2Cor 4,4).
  4. El verdadero ecumenismo tiene por objetivo que los no católicos se integren a la unidad que la Iglesia Católica posee de modo inquebrantable en virtud de la oración de Cristo, siempre escuchada por el Padre: «para que sean uno» (Jn 17,11), la unidad, la cual profesa la Iglesia en el Símbolo de la Fe: «Creo en la Iglesia una». Por consiguiente, el ecumenismo no puede tener como finalidad legítima la fundación de una Iglesia que aún no existe.

Syllabus. Índice de los principales errores de nuestro siglo. Pío IX, 1864

Pero ya en 1864, Pío IX había condenado sin contemplaciones el Indiferentismo en el Syllabus.

§ III. Indiferentismo. Latitudinarismo

XV. Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que guiado de la luz de la razón juzgare por verdadera.

(Letras Apostólicas Multiplices inter, 10 junio 1851)
(Alocución Maxima quidem, 9 junio 1862)

XVI. En el culto de cualquiera religión pueden los hombres hallar el camino de la salud eterna y conseguir la eterna salvación.

(Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846)
(Alocución Ubi primum, 17 diciembre 1847)
Encíclica Singulari quidem, 17 Marzo 1856)

XVII. Es bien por lo menos esperar la eterna salvación de todos aquellos que no están en la verdadera Iglesia de Cristo.

(Alocución Singulari quadam, 9 diciembre 1854)
(Encíclica Quanto conficiamur 17 agosto 1863)

XVIII. El protestantismo no es más que una forma diversa de la misma verdadera Religión cristiana, en la cual, lo mismo que en la Iglesia, es posible agradar a Dios.

(Encíclica Noscitis et Nobiscum 8 diciembre 1849)

Pascend Dominici Gregis, San Pío X, 1907

Y en 1907, San Pío X escribe la encíclica clave para entender el Modernismo: la Pascendi. En ella, también se condena el indiferentismo religioso.

«En el sentimiento religioso se descubre una cierta intuición del corazón; merced a la cual, y sin necesidad de medio alguno, alcanza el hombre la realidad de Dios, y tal persuasión de la existencia de Dios y de su acción, dentro y fuera del ser humano, que supera con mucho a toda persuasión científica. Lo cual es una verdadera experiencia, y superior a cualquiera otra racional; y si alguno, como acaece con los racionalistas, la niega, es simplemente, dicen, porque rehúsa colocarse en las condiciones morales requeridas para que aquélla se produzca. Y tal experiencia es la que hace verdadera y propiamente creyente al que la ha conseguido.

¡Cuánto dista todo esto de los principios católicos! Semejantes quimeras las vimos ya reprobadas por el concilio Vaticano.

Desde luego, es bueno advertir que de esta doctrina de la experiencia, unida a la otra del simbolismo, se infiere la verdad de toda religión, sin exceptuar el paganismo. Pues qué, ¿no se encuentran en todas las religiones experiencias de este género? Muchos lo afirman. Luego ¿con qué derecho los modernistas negarán la verdad de la experiencia que afirma el turco, y atribuirán sólo a los católicos las experiencias verdaderas? Aunque, cierto, no las niegan; más aún, los unos veladamente y los otros sin rebozo, tienen por verdaderas todas las religiones. Y es manifiesto que no pueden opinar de otra suerte, pues establecidos sus principios, ¿por qué causa argüirían de falsedad a una religión cualquiera? No por otra, ciertamente, que por la falsedad del sentimiento religioso o de la fórmula brotada del entendimiento. Mas el sentimiento religioso es siempre y en todas partes el mismo, aunque en ocasiones tal vez menos perfecto; cuanto a la fórmula del entendimiento, lo único que se exige para su verdad es que responda al sentimiento religioso y al hombre creyente, cualquiera que sea la capacidad de su ingenio. Todo lo más que en esta oposición de religiones podrían acaso defender los modernistas es que la católica, por tener más vida, posee más verdad, y que es más digna del nombre cristiano porque responde con mayor plenitud a los orígenes del cristianismo.

En medio de tanta perversidad de opiniones depravadas, hay que levantar de nuevo la voz. En esta nuestra época se hallan algunos que movidos o incitados por el espíritu de Satanás han llegado a tal punto de impiedad, que no han temido negar a nuestro Soberano Señor Jesucristo, y con criminal procacidad impugnar su Divinidad».

En nombre del único Dios verdadero, uno y trino, rezo por el Papa Francisco para que se convierta de sus pecados, rechace públicamente el indiferentismo religioso y confirme a su Pueblo en la sana doctrina de la Iglesia, en el depósito de la fe, tal como ha venido enseñándolo la Iglesia durante siglos a través de sus santos y doctores.

Los divorciados vueltos a casar o en situaciones irregulares, los fornicarios y las parejas homosexuales no se deben bendecir ni deben acceder a la comunión, si antes no se confiesan con verdadero propósito de la enmienda.

Lo importante no es el amor, sino Jesucristo: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con todo tu entendimiento, con toda tu voluntad  y con todas tus fuerzas. Jesucristo no es un maestro más entre otros muchos. Él es el único camino que conduce al Padre.  Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos: ni Buda, ni Mahoma, ni la Pachamama, ni los dioses del panteón hinduista… Sólo Cristo.

Y todos los pueblos, todas las naciones y todos los individuos han de arrodillarse y adorar a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Y toda lengua ha de proclamar que Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre.

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